En Pobre Cabrón Joe Matt nos recopila parte de sus historias o capítulos de su intensa vida íntima de su fancine conocido como Peep Show. El Peep Show es ese agujero hecho a través de una pared por el que vemos lo que pasa al otro lado. Un recurso harto conocido en los sex-shop y desde hace años con una connotación erótica y porno. Pero Joe Matt nos lo ha abierto, a base de bien, para que disfrutemos de su vida más privada, de sus cagadas en el baño, de sus pajas (boca abajo sobre la cama de su cuartucho alquilado) rarísimas -por lo menos a mi entender de que en esa postura es como mínimo complicado e incómodo, pero vete tú a saber, quizás haya que experimentar- de los líos y cabronadas que le hace a su novia, de sus deseos amorosos, y en fin de la más diversas artimañas sin escrúpulos de las que se vale este POBRE CABRÓN para írselos pasando, los días, como mejor le viene en gana. Y es que como bien le explica a sus colegas el Seth y el Chet Brown, él pasa de colorear para la Marvel y venderse como una meretriz cualquiera. Él se debe a su arte, como poeta solitario, espartano y las más de la veces, incomprendido. A él le vale con sobrevivir, ir chachulleando algunos comics usados, comiendo con colegas que invitan, aprovechándose de fans despitados, pidiendo prestado el video al casero para así ver pelis porno de asiáticas.
Risas y carcajadas se me han arrancado como hacía tiempo que no. Me encantaron esas escenas de conversación loca con Seth, que es la parte cabal y madura del grupo, por lo que parece. Me encantaron esas referencias al mundo friki-coleccionista que tanto me va. Sus historias sobre el View-Master. Su colección de discos de fotografías estereoscópicas. Sus chorrofiguras de colección, etc.
Me encantan las escenas donde se pasa horas y horas hablando por teléfono con Seth, con su ex-novia, o con quien se ponga por delante. Sí pero con teléfono de los de antes, nada de moviluchos asquerosos. A la antigua usanza y como mandan los cánones.
También el estilo que tiene de pasotismo y libertinaje, de gamberro sano. Me ha llamado la atención la política que lleva a la hora de incluir a personas reales en sus historias, totalmente contraria a lo que hace Chester Brown en las suyas. Y claro, a medida que avanza la historia, eses temas le pasan factura.
Desde luego una de las mejores lecturas en lo que va de año. Deseando atrapar el Consumido, editado por Fulgencio Pimentel y devorarlo. ñam!
Eres un genio Joe, un pobre cabrón, pero un genio!
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