domingo, 14 de octubre de 2012

Un hotel en Kreuzberg. El Johann.

Berlín, siempre Berlín.

Esta es la historia de un pequeño hotel, acogedor y romántico, limpio y recatado, en el corazón del Kreuzberg berlinés.





Esta es la historia de un bloque, de un objeto y de una construcción, de un todo con pequeñas partes, de pequeñas partes que conforman un todo. Habitación y lugar, patio, esparcimiento, tranquilidad, romanticismo, boutique de experiencias.

Es la historia de un hotel: El Johann

Cuando decidimos, ya hace más un año, ir a Berlín, buscamos por internet, en tripadvisor principalmente, un hotel agradable, cómodo, con desayuno, a poder ser típico berlinés y asequible al bolsillo. No queríamos un típico hotel occidentalizado para turistas, sin alma, con recepciones inmensas, y trato frío. Buscábamos un tipo de hotel boutique, donde el trato al cliente fuera bueno, personal, con habitaciones luminosas y modernamente decorado, en un barrio tranquilo, y con buenas comunicaciones.

Sabiendo que Berlín es una urbe con una extensión inmensa, pero con un sistema de transporte puntero, y con un metro fantástico, no nos preocupó demasiado una localización alejada de los principales atractivos turísticos, o por lo menos esos que se dan a conocer como tal y que simplemente se tratan de vanalidades adornadas con celofan para turistas aviesos de cámaras de video, con gorra de ferrari, y que compran todos los tickets posibles para el tourist-bus-sky-view.

Primeras impresiones:

Llegamos en una fría mañana del 13 de Octubre, pero resplandeciente de sol y con un cielo azul, muy azul.




El paseo que se despliega, desde la boca de metro más cercana hasta la calle del Hotel, no puede ser más placentero. Por calles berlinesas, entre árboles, finamente adoquinadas, con apenas tráfico. Al lado de tiendas de reparación de bicicletas, muchas bicicletas. Berlín está lleno de bicicletas.

La ubicación:

Se trata de un hotel en el Berlín Oeste. Delante de un parque, que a veces parece un frondoso bosque, donde hay varios restaurantes. En el barrio multicultural de Kreuzberg. Y casi al lado del landerwallkanal, un precioso canal procedente del Spree, que discurre por el corazón del barrio, a veces como antigua frontera entre los dos berlines, abriendo suaves terrazas de jardines y paseos, de albero que se marca en el fino verde, a su alrededor.




Kreuzberg es un bonito barrio, antiguamente en el exterior de Berlín Oeste, un poco marginado, un poco apartado, fué creciendo en él una incipiente comunidad turca, proveniente de la Anatolia, en su mayoría campesinos, pobres y que poco o nada dejaban atrás. Es por ello que a diferencia de otros emigrantes de la Europa Occidental (recordemos aquí la famosísima Vente pa' Alemania Pepe) que regresaron al cabo de unos años, estos turcos permanecieron en la ya su nueva tierra, habiendo hoy en día turcos de 1ª, 2ª, 3ª e incluso 4ª generación, ya totalmente alemanes de pro, por supuesto.

El barrio, después de la caída del muro de Berlín y de la unificación de las dos alemanias, quedó encuadrado en el centro del Berlín moderno. Así que se trata de una excelente elección para visitar todo aquello que bien merece la pena de Belín, y que está bastante desperdigado.

Además, al tratarse de un barrio multicultural, existe una gran vida, comercios y restaurantes alternativos. Encarecidamente, no puedo por más que recomendar el restaurante italiano por antonomasia. Il Casolare. Cocina italina de verdad, atendido por personal italiano. Sin duda, uno de los rincones más auténticos de este barrio.
 

Kreuzberg, está plagado de tiendas, de librerías, de cafés, de imbiss, de encurtidos, de Kebaps. Todas las semanas se desarrolla un coqueto mercadillo turco, preciosista, que se pliega a lo largo del landerwallkanal. Donde la vida y la alegría bullen por doquier.
 

El hotel:



El hotel es un edificio, antiguo bloque de viviendas, rehabilitado, con un coqueto jardín o patio trasero, patio de manzana, empedrado y adornado de flores y plantas, donde, adivino que en las mañanas de verano, el desayuno no puede ser más placentero. Es un típico Zimmer Centro Europeo.

Se trata de un edificio de color naranja, rectangular, con 4 pisos de altura, que sigue la línea de medianera de toda la calle, lo cual da una sensación de orden al conjunto a pesar de su anaranjado llamativo, con una enorme J en su fachada, un toque moderno, un toque artístico, un toque desenfadado, como es Kreuzberg.





La entrada habitual se hace a través de unas escaleras que terminan en un porche, iluminado por la noche, que da paso a la puerta principal que accede a la recepción del hotel. 

Recepción entarimada de madera, acogedora, funcional. Al fondo dos pasillos y una escalera, espina dorsal del edificio. 

Un pasillo lleva al comedor. Recofortantes desayunos, con especialidades bávaras y de la cocina europea, leche, café, huevos, todo recién hecho. Mucho fiambre, muchos quesos.


El otro pasillo, corto, conduce al ascensor que tomamos para cualquiera de los pisos.


Las escaleras conducen al patio trasero, un espacio de relax. Quizás, aunque muy distante de Venecia, fuese, a los ojos del marino más famoso de La Valleta, otro patio del Arcano, llamado Secreto.


Las habitaciones, son amplias, acogedoras,muy correctas. El baño, con suelo radiante, se agradece en la estancia y además un balcón precioso en el cual contemplar toda la calle y su tranquilidad.

Mucha, mucha tranquilidad.

La calefacción de maravilla, la iluminación, las camas al estilo centroeuropeo, todo en su conjunto acogedor y bonito.

El personal, es algo, muy a tener en cuenta, siempre serviciales, siempre con una sonrisa, jóvenes y dinámicos, como es este hotel.

Sin duda el Johann, es el Johann. No hay otro.




Recordad, Berlín, siempre oculta más de lo que muestra. Invita al viajero (no turista) a descubrir por si mismo el encanto de la ciudad, y que será diferente, dependiendo de quien hable de Berlín. Otro Berlín o el mismo, no lo podríamos asegurar, departiendo con interlocutores diferentes.

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